Lo femenino en el mundo cyber

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Resumen


Existe una estructura en los sujetos que atestigua de la fuerza que motoriza un sentido de vida y también un sinsentido; una manera de explicar esta fuerza diferenciada ha sido por la evidencia del distingo de los cuerpos. Pero si se sostiene que el sujeto del lenguaje ya no se rige por las leyes de la biología, entonces el asunto del sexo anatómico es rebasado por la forma en que cada persona entra en relación con sus formas de gozar en una determinada posición sexual. Hombre y mujer son formas de signar la fuerza de vida que puede también ser llamada pulsión y que, según Freud, es únicamente de muerte y que, desde lo elaborado por Lacan, paradójicamente, es femenina. Los desdoblamientos de esta fuerza pulsional producen movilizaciones muy fuertes y a veces sutiles en la estructura social, produciendo épocas de una importante producción cultural en términos de lo vital y en otras, arrastrando a las poblaciones a tiempos de devastación. Actualmente la humanidad se encuentra en el principio del habitar de modo generalizado el ciberespacio y la cuestión que anima este escrito es ubicar cuáles pueden ser las derivas de eso femenino en tal contexto.

 Palabras clave: orientación lacaniana, cybercultura, femenino, mujeres, posmodernidad. 

Abstract

There is a structure in subjects that testifies to the force that drives a meaning of life and a meaninglessness, and one way of explaining this differentiated force has been through the distinction of bodies. However, if the subject of language is no longer governed by the laws of biology, as argued by some, then the issue of anatomical sex is overtaken by the way in which each person enters relation with their forms of enjoyment in each sexual position. Man and woman are both forms of signifying life force which can also be called drive and which, according to Freud, is exclusively that drive towards death and which, from Lacan’s point of view, is paradoxically feminine. The unfolding of this drive produces very strong and sometimes subtle movements in the social structure, producing periods of important cultural production in terms of vitality, and at other times, dragging populations into times of devastation. Humanity is currently at the beginning of a generalized inhabitation of cyberspace, and the question that guides this paper is to locate what the drifts of the feminine might be in this context.

Keywords: lacanian theory, cyberculture, feminine, women, postmodernity. 

Ra tsapu̷ ts’ike jñaa*

B’u̷b’u̷ kja ja ba kjaa ne yo tee pje ra mama na kjuana ne s’e̷zhi pje ra tee na pes’i pjeñe gi zaku̷ ñe xo nda dya pes’i pjeñe; nda a kjanu gi xipji ja ba kjaa b’u̷b’u̷ s’e̷zhi n’año ngeje ngeko kja mama k’o kjaji gi jñandu̷/nuu gi yo ngero. Ngeko ja na pejñi pje ne tee gi n’año jñaa dya na pjo̷s’u̷ arkate pje yo tjuru̷ gi ne dye̷nchje, nuk’ua ne k’o ra kjaji gi ndes’e anatómico na ndo̱mpu ngeko Kja ja ba kjaa kja pje nzi na pes’i zapju̷ k’a kich’i kja cha̷ka̷ ko gi jmuru̷ gi ma̷ja kja nda ra mamu̷ b’u̷b’u̷ na joo ndes’e. Xitjo̱ ñe ndixu son ja ba kjaa gi signar ne s’e̷zhi gi zaku̷ pje po xo mat’u̷ pulsión ñe pje, po nge Freud, na natjo gi nru̱u̱ ñe pje ndeze yo jyoku̷ ngeko Lacan, paradójicamente, na ndixu. Yo dya chot’u gi b’u̷b’u s’e̷zhi pulsionar pjo̱ngu̷ b’e̷pji k’o ñ’omu punkju̷ ze̷zhi ñe po cho̱rtjo kja ne ja ba kjaa k’a ka̱ra̱ tee, pjo̱ngu̷ b’e̷pji na ndame gi nda na joo itjoji k’o kjaa yo tee mi na zoo kja o nguaru̷ gi k’o nesta, ñe kja k’u̷ xi naja, ngu̷xt’u̷ yo jñiñi paa gi se̷chi. Nudya ne pes’i zapju̷ ne tot’u kja ne k’a pju̷ru gi k’a oxu̷ gi ja ndaxundaro ne ciberespacio ñe ne b’e̷pji k’u̷ ri c hju̷nru̷ pje ømpu̷ na joo nujnu ndamexa na jñandu̷ kjo nge k’o soo ra tsjaa ngeje gi yo derivas gi ndixu kja ne k’a b’u̷b’u̷.

Jña’a na joo: orientación lacaniana, cybercultura, femenino, ndixu, posmodernidad.

*Traducción lengua mazahua, variante norte del Estado de México: María Cristina Ventura Narciso.

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Introducción

Lo femenino generalmente ha estado asociado en las distintas culturas, con la mujer y su cuerpo, es decir, con la dimensión fenoménica que recubre la naturaleza estructural de un ser hablante tal y como lo plantea Lacan en su enseñanza. Poder distinguir lo femenino de sus imágenes corporales históricas o tradicionales, permite reconocer —por una parte— que la dualidad hombre-mujer tiene algo de la ficción que obtura —por la fijeza de los estándares— la manifestación cultural de los sujetos. Por otra parte, lo femenino puede tener en su expresión potencialidades e impasses que trataremos de ubicar en su expresión dentro de la cibercultura. En ese sentido ¿cuáles son los elementos de lo femenino que favorecen la riqueza de la cibercultura y cuáles propiciarían en ese ámbito un deterioro a la subjetividad?

Los campos elegidos para abordar esta temática son la sociología y el psicoanálisis de orientación lacaniana, ya que permiten un acercamiento desde la teoría y la praxis, con sujetos en los que se escucha la subjetividad de la época. Por otra parte, el apoyo en historiadores, da cuenta de los hechos que permiten extraer algo de las estructuras que operan en algunas épocas.

El campo de lo femenino ha sido siempre polémico, sea porque se ha sostenido por mucho tiempo a sus principales representantes, las mujeres en una situación de marginalidad al respecto de la cultura o por su explosión en demandas de equidad, y de acceso a la misma. Por los efectos de esa historia que muestran, cómo se requiere una mirada crítica que implique análisis estructurales para salir de posiciones ideológicas al respecto de lo masculino y lo femenino, como si cada uno fuera la representación de aspectos fijos y moralmente definidos. Esto es, poder salir de un juicio acerca de lo malo o lo bueno de los sexos hombre y mujer, para localizar qué expresiones del lugar simbólico y de goce en que se ubica cada sujeto, son favorables a la cultura en el espacio cibernético.

  1. Lo femenino en la frontera modernidad-posmodernidad

Existen diversas elaboraciones sociológicas, antropológicas y también filosóficas desde luego, al respecto del tiempo cronológico donde da inicio la modernidad y de las cualidades que la definen. No hay una coincidencia exacta sobre el periodo de inicio, algunos plantean que sus orígenes pudieron estar en el s. XIII, otros sugieren que fue en el s. XV donde propiamente se estableció e incluso, hay quienes ofrecen el tiempo de su conclusión, el siglo XVIII. (Equipo Editorial de Etecé, 2020) Unos más plantean el siglo XVI como su arranque y hacen la propuesta de que aún no concluye. Estos tiempos cronológicos referidos a la modernidad están asociados a eventos históricos como el establecimiento de Estados-nación, creación de gobiernos diferenciados del poder de la iglesia, descubrimientos de nuevas geografías en la Tierra, revoluciones sociales, económicas y políticas en múltiples países, llegada del capitalismo, un conocimiento fundado en la ciencia, el lugar cada vez más predominante de la tecnología, el surgimiento de la imprenta que abrió el universo de las comunicaciones, etc., y a partir de estos se define la modernidad. Dichos acontecimientos y varios más, son sin duda determinantes en el recorrido de la humanidad y dan señales de cómo fue preparándose, un cambio de concepción acerca del sujeto y la cultura que este produce y que le da soporte.

Entonces, por un lado, lo moderno se define como lo que pertenece al tiempo actual, por otro —y como consecuencia— existe el término de modernidad como la condición generalizada de estar de manera constante en relación con lo moderno, condición que contiene en sí misma un forzamiento sobre la subjetividad a estar de manera permanente en lo nuevo, forzamiento que marca su posible conclusión. El sociólogo Franco Crespi en su escrito Modernidad: la ética de una edad sin certezas (1989), menciona los elementos que considera constitutivos de la modernidad y que en su cada vez mayor consistencia, darían como resultado su finalización: el imperio de un saber que ya muestra sus límites debido a que no todo encuentra solución en el fundamento de la razón, la adoración del ser que se agota en la claridad de que este no tiene un fin intrínseco absoluto y los ideales de progreso que se topan con “… la inconciabilidad (sic) de la situación existencial y social.” (Crespi 232) Es importante mencionar que estas aproximaciones a la modernidad y quizá el concepto mismo, sea una reflexión de sociedades de visión occidental, lo cual significa que existen concepciones distintas acerca del lugar de la humanidad en el universo, fuera de una lógica de dominación y progreso y por lo tanto, elaboraciones diferentes acerca del tiempo mismo.

En el occidente el advenimiento de la modernidad significa la diferenciación de las épocas, podemos decir, la fractura del tiempo uno; se inaugura la experiencia del pasado como algo precioso y simultánea e irremediablemente superado. Las retrotopías y las utopías son formas de relación del hombre moderno con el tiempo: hay una posición ambivalente con respecto a su propio lugar en el mundo: por un lado, considera que los tiempos pasados fueron mejores y que habría que recuperarlos, y por otro, aspira a la creación de un tiempo ideal futuro para la convivencia en sociedad. El entretiempo que surge es un presente jalonado por anhelos de no ser precisamente lo que se es; este planteamiento nos aproxima a la concepción que tiene el psicoanálisis de la orientación lacaniana sobre el sujeto y la función de lo femenino en la cultura.

En la modernidad la misión de lo femenino atraviesa por distintas visiones: en los primeros tiempos de la modernidad lo femenino fue equivalente a mujer y esta, definida por su papel en la reproducción, es decir, efecto de su facultad de gestación y ubicada como una pieza pasiva frente a la virtud activa del hombre que poseía el poder legítimo en la familia y en la sociedad. (Berriot-Salvadore 402). Dicho poder legítimo le fue asignado más allá de la biología, por el mundo simbólico que, de acuerdo con la religión y las leyes —y a contramano— daba a la mujer (y a lo femenino) el lugar de lo débil, lo imperfecto y lo inacabado. Dicho de otra forma, a las mujeres se les dejó del lado del universo de la biología y los hombres en lo simbólico, una forma que de facto desconoce la dimensión cultural de las mujeres para destinarlas al servicio de la reproducción de la especie. En esa línea, se le reconoce a lo femenino=mujer tres misiones: la misión natural-mujer genitora, la misión divina-mujer expiatoria, y la misión social-mujer guardiana de la familia. (Berriot-Salvadore 425)

La modernidad parece haber tenido como uno de sus sentidos —por los efectos que se conocen— la cristalización de un orden sostenido por el varón en su función de padre y subrepticiamente movilizado por la función femenina ya mencionada, concebida desde la religión y la ciencia. Es posible decir que es hacia el momento final de la modernidad donde se ubica la irrupción más fuerte de la revuelta de lo femenino encarnado por las mujeres, que intentan destituir el orden del padre para tomar un lugar como productoras declaradas de cultura y al menos en la intención, quitarse su pura cualidad biológica en el mundo, para participar del universo simbólico en un papel de pleno derecho.

Se perturba por lo femenino el orden de la modernidad que era el orden del padre, para dar lugar a una distancia lenta pero firme con respecto de las leyes de la naturaleza, entrando el mundo occidental al periodo denominado posmodernidad, caracterizado por lo que en la orientación lacaniana se da por llamar “la declinación del nombre del padre”.

Para Jean Baudrillard: “El orden del mundo siempre se ajusta a razón: así es el juicio de Dios. Pues Dios se ha ido, pero ha dejado su juicio, de la misma manera que el gato de Chester deja tras él su sonrisa.” (Baudrillard 1997 9) Lo cual lleva a pensar que en la posmodernidad el orden del padre se transforma para seguir ofreciendo al público la razón que enjuicia con otros semblantes, con otras mascaradas y otras ficciones. Algo del reto en este movimiento por lo femenino, es estar advertidos de ello y poder reconocer qué de lo femenino es realmente un movimiento vital y qué es puro desplazamiento, sin la obtención de una creación subjetiva y cultural. Baudrillard enuncia un aforismo al respecto de la posmodernidad, dice lo siguiente:

La posmodernidad es la simultaneidad de la destrucción de los valores anteriores y de su reconstrucción. Es la refección dentro de la defección. En términos de tiempo, es el fin de las evaluaciones finales, del movimiento de la trascendencia, en provecho de la <evaluación teleonómica> en términos de retroacción. Todo es retroactivo siempre, incluyendo, y de manera especial, la información. El resto se deja a la aceleración de los valores por la técnica (sexo, cuerpo, libertad, saber). (Baudrillard 1997 147)

En esta definición es factible reconocer cualidades de lo femenino que se hicieron presentes hacia el límite de la modernidad e inicio de la posmodernidad, como fue dicho antes. Por ejemplo, la simultaneidad que rompe con un tiempo cronológico, tiempo secuenciado y desarrollista, pero que a la vez plantea movimientos retroactivos que ponen en valor las estructuras y las funciones biológicas de los seres vivos como orientadas hacia un fin determinado. Vemos en acto la cualidad de lo femenino que produce contradicción y estados paradójicos que dan como resultado salidas diversas en la creación de la cultura, unas en un sentido vital como las propuestas en el arte y en los derechos civiles, y otras inquietantes por ser fuera de serie como las propuestas transgénero o definitivamente riesgosas por la desaparición de la subjetividad en juego, como la venta de matrices subrogadas. Lo femenino involucrado, ya no es totalmente equivalente a mujer debido a que la condición que trata de alcanzarse esta más relacionada con la existencia de los sujetos en consonancia con una ética —en el mejor de los casos— pero también eso femenino es puesto al servicio de intereses capitalistas, cuyo empuje es a convertir en producto de consumo, en mercancía, las aspiraciones de cualquier sujeto. En la posmodernidad hombres y mujeres son más próximos a algunas expresiones de lo femenino, sin embargo, esta posición sigue produciendo incomodidad en la cultura debido a su permanente propuesta de ir más allá de las regulaciones civilizatorias y como consecuencia, su avance a veces abrupto sobre territorios desconocidos. La posmodernidad, es posible decirlo, es propiamente efecto de la naturaleza femenina.

Lo femenino en la orientación lacaniana

El cambio es cualidad inherente a lo humano, condición de tránsito en la que conviven aspectos de diversos tiempos y es la manifestación de lo femenino, donde podría encontrarse una respuesta acerca del motor que mueve al cambio.

Al respecto, llama particularmente la atención el uso que Baudrillard hace de un término para explicar algo del paso del siglo XX al XXI. Él habla sobre la histeresia del milenio y lo menciona así: “… ya nada tendrá fin y todo continuará desarrollándose de forma cansina, fastidiosa, recurrente en la histeresia de todo lo que sigue creciendo después de la muerte.” (Baudrillard, 1993, 174)

Y llama la atención este término ya que se trata de la raíz de un concepto usado en la invención freudiana (Freud 400), el proton pseudos histérica, que parece ser útil para explicar acontecimientos desde la sociología. Proton pseudos histérica es un recurso conceptual y clínico que Freud usó para adentrarse en el síntoma histérico atribuido tradicionalmente a las mujeres: la recuperación de este concepto permite apuntar, cómo desde la antigüedad hay una característica propia de las mujeres y que es representada en su cuerpo, la categoría nosológica de histeria tiene su raíz en el término hysteron, que en griego quiere decir útero. Con este término se definía en la antigüedad al padecimiento asociado al cuerpo de las mujeres en relación con la actividad sexual y la maternidad. Algunas referencias del campo médico continúan ubicando a la histeria como una patología propia de las mujeres por motivos de biología y fisiología sexual. Es a partir de las elaboraciones freudianas que es posible deslocalizar la histeria de su reducto biológico para atribuirla a una cualidad de la subjetividad femenina, que no necesariamente de las mujeres. Dicha cualidad femenina desde Freud tiene como elemento clave, el que el malestar se trate de una invención subjetiva que va más allá de las leyes de la biología: la capacidad de crear a través del lenguaje, de las palabras, una realidad que se manifestaba en el cuerpo tal y como un órgano que se desplazaba por todo el territorio corporal. De ahí que tenemos al psicoanálisis como un campo que dio a lo femenino un lugar preponderante en la cultura, como la posición en la sexualidad que pone en uso las palabras para hablar de lo que no existe, de lo que es vacío; las reminiscencias como las nombró Freud, que son producciones de nuevas realidades; aunque en algún momento hubiera declarado que las mujeres no son muy amigas de la cultura.

Esto es lo que engloba el término proton pseudos histérica: en el fundamento del sujeto una realidad supuesta e inventada, prueba clara de que los seres que hablan tienen la facultad de movilizar la realidad objetiva, para llevarla a una transformación. Ahora puede ser más claro el término de histeresia usado por Baudrillard para explicar el tiempo, la época que se sigue transformando sin fecha de caducidad, a partir de un vacío que produce nuevas creaciones.

Lacan toma la posta de los trabajos freudianos y encuentra de modo más radical, cómo hacer una distinción entre lo femenino y la mujer empezando, por ejemplo, por enunciar lo siguiente: “El hombre, una mujer, lo dije la última vez, no son más que significantes.” (Lacan 1981 52). Decir mujer ya no concierne a una esencia biológica —si este sintagma es posible—, sino al modo en que un sujeto del lenguaje goza y gozar es una vivencia resultado de la “… ambigüedad que existe en la relación del cuerpo consigo mismo.” (Lacan 2012 213) Esto significa que la relación del cuerpo consigo mismo es perturbada por el lenguaje, ya que las palabras la vuelven ambigua, dudosa, no es posible conservar más la unidad biológica porque hay palabras que desarticulan la materialidad. De esta discordancia emerge el goce, lo señala Lacan así: “… sólo hay posibilidad de que ese cuerpo acceda a gozar de sí cuando se golpea, cuando se hace daño. Eso es el goce.” (Lacan 2012 213) Una hiperintensidad de naturaleza pulsional que ofrece la cancelación de la duda y de la ambigüedad, ya que toda la concentración de padecimiento produce la vivencia de unidad. Más adelante en su obra, Lacan distingue el goce fálico y el goce femenino: el primero referido al que se obtiene cuando los sujetos sometidos al lenguaje, experimentan una intensidad a través del uso de las palabras; una intensidad subjetiva que está mucho más del lado de la búsqueda y obtención de sentido, ligada a la razón, al pensamiento y a la intelectualización, por lo tanto en el servicio a los rituales, las tradiciones, el saber universitario y todos aquellos campos que intentan conseguir certezas, un modo de goce que ocurre en toda población académica. Por otro lado, el goce femenino que también habita de manera indistinta en hombres y mujeres, pero cuya naturaleza corresponde a estar dentro y fuera del lenguaje, y como lo señala Marie-Hélène Brousse “… no obstante no todos y no todo el tiempo.” (Brousse 49) Lo que trae como consecuencia una subjetividad afectada de incertezas, muy expuesta a contingencias y un saber siempre incompleto, pero que, si bien puede significar la angustia por lo desconocido, también se instituye en la forma de goce que produce un deseo de movimiento y cambio constante. El goce femenino entonces, puede ser motor una vez que su cualidad de desborde es acotada por el uso muy singular de lo simbólico y por singular se considera en este momento, servirse del lenguaje para la producción de cultura y no para quedar sometido el sujeto a las determinantes de una posición conservadora, que favorece el orden simbólico en su dimensión más rígida.

  1. Expresión de lo femenino en la cybercultura

Si antes se dijo que la modernidad fue la cristalización del valor masculino por sobre cualquier otra posición en la sexualidad, no fue sin la participación de las mujeres en la consolidación de ese poder que también a ellas las habitaba. De acuerdo con Françoise Thébaud: “A veces para peor, a veces para mejor […] las mujeres se presentan como agentes de la modernidad, más aptas para acoger las novedades del siglo…”. (Thébaud 101)

El significante de lo nuevo está íntimamente relacionado con lo femenino, es a este al que están dirigidas las ofertas de la moda, del “último grito” en recursos tecnológicos y científicos que permitan hacer la experiencia de abarcar nuevos territorios, y alcanzar el goce de ir más allá de lo establecido; aunque las ofertas consistan generalmente en semblantes, mascaradas, caricaturas de algo realmente nuevo.

Pero desde mediados del siglo XX y más fuertemente consolidada en éste siglo, hay una propuesta al goce femenino que resulta especialmente atractiva, ya que es producto de él mismo: habitar un espacio nuevo en el que es posible experimentar identidades alternas a la identidad más conocida, correspondiente al lazo social en el mundo objetivo. Esta oferta se presenta como una fuerte seducción debida especialmente a que en el goce femenino existe algo a lo que se podría llamar como un: estar siempre en una mejor posición, pero que es más fuerte aun. Se trata de un empuje que encuentra un buen modo de simbolizarse en el enunciado “ser otra para ella misma”. La posición del ser es anulada permanentemente y se aspira a ello, se trata de un movimiento de cambio de posición del ser haciendo constar que este no es una condición sine qua non de los sujetos que hablan. El ser no es algo garantizado y es en lo femenino donde se comprueba, cómo hay un descontento constante con el lugar que se ocupa y al mismo tiempo existe la fantasía de arribar a un estado, el del ser, para finalmente tener un aseguramiento en el mundo.

Entonces, el ofrecimiento de desplegar una expresión subjetiva diferente en la cybercultura es una seducción que ha hecho entrar a millones de personas en el uso de aplicaciones que facilitan el circular con otras imágenes del cuerpo, con otros datos sobre la persona como ciudadano, con otras posiciones en la elección sexual, con otros bienes materiales, con otros círculos sociales, otras preparaciones académicas o laborales, etc.

El sentido lúdico de estas posibilidades puede abrir un amplio mapa de acción cultural, cuando los habitantes del mundo cibernético se plantean un lazo social productivo, es decir, cuando ese lazo social está al servicio de aportar elementos subjetivos que enriquezcan dicha cultura impulsando en el gusto por el movimiento, nuevas formas de expresión. Sin embargo, el goce femenino puede presentarse como una pura intención o acto de salir de las regulaciones de cualquier tipo, fracturando así el lazo social y haciendo un uso metonímico, de puro desplazamiento de un supuesto interés subjetivo, pero que revela un solo movimiento de repetición hacia ninguna subjetivación. Por ejemplo, cuando en el mundo del ciberespacio el sujeto propone el solo consumo o cuando el surfear tiene como intención obtener sustancias, o tratamientos sin ninguna articulación mediada por la pregunta subjetiva. En prospectiva, se puede decir incluso, que el goce femenino en su faz mortífera —que es la última que se ha mencionado—, encontraría cada vez más en el ciberespacio, una oportunidad para una vivencia sin asideros, como la que podría observarse en las prácticas de los hikikomori1, de los otakus2 de Internet, es decir, prácticas en general de corte adictivo.

Conclusiones

La época pone de manifiesto el punto en el que se encuentra la cultura en general, conformada por una enorme diversidad de manifestaciones que en su conjunto están tomadas por el universo virtual, de manera tal que, hace varios años se ha venido conformando una dimensión “paralela” en los registros electrónicos. Esta absoluta novedad que contiene a una creciente población, funciona como el escenario en el que pueden repetirse formas habituales de la vida social en la realidad objetiva. Sin embargo, por lo que se ha desarrollado en el presente escrito, es posible reconocer que las características de este mundo virtual se favorecen manifestaciones subjetivas que antaño pudieron haber estado más o menos veladas. Es el caso del goce femenino estructurante de los sujetos, que se ha puesto más al descubierto y se ha intensificado, abriendo al menos dos vertientes: la enorme capacidad de creación cuando la transformación del mundo corre por las vías de un deseo o también, la enorme capacidad de devastación de un goce que puede tomar a los sujetos en una deriva de pura vivencia, influjo en el cuerpo, sin subjetivación.

Fuentes de consulta

Alvarez Gandolfi, Federico. “Si haces esto. Eres otaku: reflexiones sobre las identidades constituidas a partir de objetos de la cultura de masas japonesa.” Intersecciones en comunicación. Vol. 1. No. 13, 2019. Pdf.

Baudrillard, Jean. La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos. Barcelona: Anagrama. 1993. Impreso.

Baudrillard, Jean. Cool Memories. Barcelona: Anagrama. 1997. Impreso.

Berriot-Salvadore, Evelyne. “El discurso de la medicina y de la ciencia”. En: Historia de las mujeres. Tomo 3. Del renacimiento a la edad moderna. Madrid: Taurus. 2000. Impreso.

Brousse, Marie-Hélène. Modo de gozar en femenino. Paris: Navarin. Buenos Aires: Grama. 2021. Impreso.

Crespi, Franco. “Modernidad: la ética de una edad sin certezas”. El debate modernidad pos-modernidad. Buenos Aires: Punto Sur. 1989. Impreso.

Equipo Editorial, Etecé. “Concepto de modernidad.” 01-06-22. Web. 18-03-23. https://concepto.de/edad-moderna/

Freud, Sigmund. “Proyecto de psicología para neurólogos”. Obras Completas. Tomo I. Buenos Aires: Amorrortu. 1996. Impreso.

Lacan, Jacques. El Seminario. Libro 19. …o peor. Buenos Aires: Paidós. 2012. Impreso.

Lacan, Jacques. El Seminario, Libro 20. Aun. España: Ateneo de Caracas. 1981. Impreso.

Thébaud, Françoise. “La primera guerra mundial: ¿la era de la mujer o el triunfo de la diferencia sexual?” En: Historia de las mujeres. Tomo 5. El siglo XXI. Madrid: Taurus. 2000. Impreso.

Semblanza

Edna Elena Gómez Murillo

Formación académica: licenciatura en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México y maestrante de Comunicación y Estudios de la Cultura por Iconos, Instituto de Comunicación y Estudios Culturales.

Actividad laboral: ha trabajado como psicóloga en el ámbito industrial, clínico y educativo; también ha sido docente en la Universidad Pedagógica Nacional; diseñadora de material didáctico escrito, en audio y video, curricular e instructora de docentes en el Colegio de Bachilleres. En medios ha participado como jefe de producción del programa televisivo “Rehilete”, Serie VI; jefe del Área de Radio y Televisión del Colegio de Bachilleres. Como psicoanalista realiza práctica privada desde 2006 a la fecha. Miembro fundador de Matema el poder de la palabra, sección clínica del Centro de Investigación y Estudios Lacanianos A.C.; miembro del equipo de realización de los programas radiofónicos Emocionarte y El Emocional creados por el Centro de Investigación y Estudios Lacanianos A.C., miembro fundador de la Asociación Espacio Lacaniano D.F.-Zacatecas. Conductora del programa de radio El Trasfondo del Diván Etéreo transmitido en el Estado de México; miembro de la Nueva Escuela Lacaniana del Campo freudiano (NELcf) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); entre muchas otras actividades. Coordinadora por la NELcf del Observatorio de la ¿Vamos hacia una cultura toxicómana? de la federación Americana de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana, 2019-2022. Responsable de la Biblioteca de la NEL CdMx 2020-2022, Directora de Glifos Revista Virtual de la NEL CdMx, 2019-2022. Integrante de la Secretaría de Bibliotecas de la NELcf, 2021-2023. Responsable de diversos espacios de lectura, investigación y seminarios en el ámbito de la formación de analistas. Expositora en Conversaciones, Jornadas, Encuentros y Congresos de la NELcf, la FAPOL, la AMP. Autora de escritos publicados en boletines, revistas y libros en papel y virtuales, del ámbito de la orientación lacaniana.

Correo: aveclemot@gmail.com

[1] Hikikomori es el término japonés que designa a las personas que han decidido fracturar el lazo social para permanecer recluídos en su casa-habitación conectados en dispositivos electrónicos y que constituyen el caso extremo de solteros parásitos de acuerdo con la cultura de aquel país. (es.wikipedia.org)
[2] Otaku se refiere en el idioma japonés a personas con una gran afición por los videojuegos, el ánime, el manga y otras prácticas de consumo, a veces al grado de estar asociados con cierta “peligrosidad”, “ineptitud social” y con conductas adictivas. (Álvarez, recuperado de: portal.amelica.org/ameli/jatsRepo/216/216975012/html/)

  1. 1. Hikikomori es el término japonés que designa a las personas que han decidido fracturar el lazo social para permanecer recluídos en su casa-habitación conectados en dispositivos electrónicos y que constituyen el caso extremo de solteros parásitos de acuerdo con la cultura de aquel país. (es.wikipedia.org)
  2. 2. Otaku se refiere en el idioma japonés a personas con una gran afición por los videojuegos, el ánime, el manga y otras prácticas de consumo, a veces al grado de estar asociados con cierta “peligrosidad”, “ineptitud social” y con conductas adictivas. (Álvarez, recuperado de: portal.amelica.org/ameli/jatsRepo/216/216975012/html/)

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