Del otro al nosotros en la comunicación intercultural

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Resumen


Introducción

La condición del otro dentro del proceso comunicativo ha sido definida desde una posición de pasividad, extrañamiento e incluso desplazada a lo inhumano, sin embargo, dentro de una sociedad que revela su composición multicultural, es pertinente reflexionar en torno a dos cuestiones: ¿es posible mirar al otro desde aquella postura nosótrica propuesta por Lenkersdorff? y en ese caso, ¿hay alguna habilidad o competencia necesaria para construir el nosotros?

No se trata de agotar este asunto, sino de reflexionar sobre la construcción de una sociedad incluyente y que ha de pasar por el desarrollo de una competencia nosótrica. Esto permitirá comprender la forma en que se asumen las alteridades en aquellos procesos de comunicación, cuya característica primordial sea la diversidad de los actores.

Para el desarrollo de esta reflexión, primero se expondrá cómo se construyen el otro y el yo, desde la mirada de Alsina (1997), Kymlycka (1996) y Cejas (2004); para después plantear el proceso comunicativo, donde el otro es pieza fundamental; y finalmente entender cómo estructura Lenkersdorf (2005, 2008) la condición nosótrica y de ese modo, proponer algunas conclusiones.

Palabras clave: yo, nosotros, otro, comunicación, diversidad

Abstract

The «other one» condition in the communicative process has been defined from a passive position, strangeness, even displaced to inhuman; however, in the multicultural society context, it´s relevant to reflect  on two questions at least: Is it possible to look at the «other one» from the «Us» condition, just as Lenkersdorf proposes? Is there any necessary skill or ability to construct the «Us» condition?

 This text is not about finishing those problems, but reflecting on how to construct an inclusive society that needs an «Us» competence to do it. This will allow comprehending the form in which otherness is assumed in the communicative process whose primary characteristic is the diversity of the actors.

In order to develop this reflection, firstly, we are going to expose how the Other and the Self are constructed, from Alsina’s look (1997), Kymlycka (1996) y Cejas (2004); then raise the communicative process where the Other is a cornerstone; finally to understand how Lenkersdorf (2008) constructs the “Us” condition in order to conclude

Keywords: I, us, other, communication, diversity.

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  1. 1. El otro como extraño

Discutir sobre la condición de alteridad se reviste de una importancia evidente, dentro de un mundo globalizado en el que los grupos culturales, que durante cientos de años han tratado de constituir su sentido de pertenencia, entran en contacto conflictivo la mayoría de las veces.

Se hace necesario por ende, establecer qué se puede entender como alteridad u otredad, y cómo ella se vuelve un tema determinante en las relaciones culturales de los pueblos, así como en las relaciones interpersonales. «La otredad es un término elaborado en el campo de la Antropología Cultural durante el siglo XX, designando el objeto de estudio de esta disciplina: la alteridad cultural.” (Guglielmi 1) La otredad en este sentido puede entenderse como una categoría antropológica construida a propósito, para establecer un escenario de estudio, un horizonte desde el cual explicar y definir a un grupo.

El otro o lo otro nace, al menos conceptualmente, como algo que carece de sentido y que para encontrarlo, ha de ser definido desde el exterior:

La otredad significa, en esta concepción, el modo en que la racionalidad occidental fue interpretando lo que no se presentaba con sus mismas características y a través de formas culturales muy disímiles. Son las estrategias conceptuales por medio de las cuales la racionalidad occidental fue otorgando significado a todo lo diferente a ella. (Guglielmi 7)

La otredad permite al mundo occidental establecer su propia racionalidad y oponerla a aquellas formas de vida cuyo desarrollo manifiesta alguna disimilitud. Hasta ese momento, el otro es concebido como escenario para satisfacer la necesidad cognitiva de occidente, ignorando si es que aquello distinto me permite saber algo de mí mismo y llegando a pensar incluso que, lo diferente no sólo es ajeno, sino amenazante. Construir la otredad u alteridad como símbolo de amenaza genera la necesidad de la asimilación, la integración o en el caso extremo, la eliminación.

Esa alteridad extraña se convierte en el origen de exclusiones de diferente índole:

La raíz del racismo está en la alteridad, en el acto de crear diferencias, otredades, fenómeno inseparable del proceso identitario; identidad y alteridad van juntos en el ejercicio nunca perfecto de establecer límites entre “nosotros” y los “otros”, inventando categorías que “nombran” y al hacerlo ejercen poder sobre el otro –el resultado son más bien fronteras conflictivas con sus ritmos de aparente armonía y el asalto de tensiones–. (Cejas 9)

Esas situaciones mantienen a los individuos en constante alerta, para identificar a los otros amenazantes y entonces legitimar su asimilación, ya que la única vía (aparente) es que el otro se convierta en uno de nosotros.

Puesto que el único escenario de la razón occidental es el propio: “La diferencia es excluida y segregada a fin de ser normalizada, en una sociedad en la que lo normal y lo universal se confunden con lo humano.” (Cejas 17) De ese modo, el otro no sólo es una amenaza, se convierte incluso en un elemento inherente a los grupos sociales: “… toda sociedad […] produce, en mayor o menor medida, escisiones entre los suyos, crea límites y fronteras entre sus miembros, construye sus propios “otros” […] El otro, el diferente, se constituye en enemigo, sea externo o interno.” (Cejas 16) Cualquier elemento puede desencadenar la otredad, no sólo las diferencias aparentemente evidentes.

Entonces, la diferencia puede sustentarse en una amplia gama de condiciones, a menudo, éstas son creadas desde las estructuras dominantes de las sociedades para legitimar el ejercicio del poder. La exclusión y la normalización de lo diferente permite: “… excluirlo, creando un “rechazo del otro” per se y, a la vez, de su inclusión en el propio universo de lo conocido, naturalizando su inferioridad …” (Cejas 10). Se equipara lo otro con lo inferior de manera orientada por la sociedad en la que se desenvuelve; desde esa mirada, no existen otras posibilidades de convivencia y existencia más allá de la propia, sin embargo se ha de aceptar que, como ya apuntaba Lévinas: “… vivimos rodeados de seres y cosas con las cuales tejemos relaciones, es decir, somos con los otros.” (en López 277) Pero ¿cómo surge esa consideración?

Somos con los otros. Por: Daniel Vallejo Garduño

Imagen1. Somos con los otros. Por: Daniel Vallejo Garduño

 

2. La otredad inevitable

Entonces, la diferencia puede sustentarse en una amplia gama de condiciones, a menudo, éstas son creadas desde las estructuras dominantes de las sociedades para legitimar el ejercicio del poder. La exclusión y la normalización de lo diferente permite: “… excluirlo, creando un “rechazo del otro” per se y, a la vez, de su inclusión en el propio universo de lo conocido, naturalizando su inferioridad …” (Cejas 10). Se equipara lo otro con lo inferior de manera orientada por la sociedad en la que se desenvuelve; desde esa mirada, no existen otras posibilidades de convivencia y existencia más allá de la propia, sin embargo se ha de aceptar que, como ya apuntaba Lévinas: “… vivimos rodeados de seres y cosas con las cuales tejemos relaciones, es decir, somos con los otros.” (en López 277) Pero ¿cómo surge esa consideración?

 Como se ha mencionado anteriormente, el otro reviste un papel importante en la construcción de la identidad propia, no sólo dentro de contextos individuales, sino incluso, en el interior de construcciones de pertenencia cultural ya que: “Pensar de nuevo nuestra cultura desde la perspectiva de otra cultura puede ser un ejercicio muy estimulante y enriquecedor que nos permitirá tener una mejor consciencia de nosotros mismos. Ya se sabe que, a veces, para hacer un juicio autocrítico sobre lo propio es mejor tomar una cierta distancia.” (Alsina 15)

Pensar desde la otredad hace posible comprender mejor la constitución de lo nuestro, al otorgar una valoración positiva al otro y su papel en la conformación de la propia pertenencia. “Si es gracias al otro que formamos nuestra identidad personal, es gracias a las otras culturas que tenemos una identidad cultural.” (Alsina 19)

Por eso la otredad u alteridad, se erige como un escenario no sólo necesario, sino inherente a los procesos de socialización de las diferentes civilizaciones. Lo cual implica que es posible la construcción de sociedades en las que la alteridad no sea sinónimo de conflicto, puesto que: “… alteridad, como señala Bakhtin, no es sólo exclusión, sino también puede ser diálogo, porque se necesita de otro para dialogar y transmitir ideas.” (Cejas 10) En ese sentido, el acto comunicativo reconoce la necesidad del otro, no como extraño, sino como complemento para que sea posible la significación en común.

El otro necesario. Por: Daniel Vallejo Garduño

Imagen 2. El otro necesario. Por: Daniel Vallejo Garduño

La comunicación como construcción de sentido es intercultural en su origen, ya que: “Hay que tener en cuenta que las interpretaciones no son universales ni acrónicas. Es decir, varían de una cultura a otra y también cambian, a lo largo del tiempo, en el seno de una misma cultura.” (Alsina 14) La alteridad está presente desde el momento en que entablo comunicación con alguien que está frente a mí como otro.

 Frontera permeable. Por: Hugo Brijido Romero

Imagen 3. Frontera permeable. Por: Hugo Brijido Romero

Permitirse la condición de alteridad en el acto comunicativo implica comprender que: “No hay exterioridad sin interioridad y a la inversa; para encontrar al otro no tengo que perderme, porque si lo hago no sabré lo que busco o lo que se halla ante mi.” (López 266) En síntesis, se puede apuntar que la relación con el otro cobra sentido a partir de las convivencias desde espacios liminares de comunicación; hay una frontera que permite el intercambio, sin que ello implique la asimilación de alguno de los participantes.Cabe resaltar, que un principio fundamental para entender al otro como complemento es aquella consideración por la cual “… Saussure demostró que significación y forma se relacionan arbitrariamente y que la significación surge sólo mediante la diferenciación…” (en Bubnova 300) Que algo cobre sentido se debe, en parte, a su capacidad de oposición con algún otro que es co-partícipe de su propia construcción; ambos polos colaboran bajo un principio de reciprocidad y complementariedad, sin que por ello sus fronteras se diluyan del todo, pero tampoco son motivo de exclusión radical.

Ante ese escenario, los procesos comunicativos actuales exigen la capacidad de actuar desde espacios de comprensión de una lista cada vez más amplia de diferencias y alteridades, ya que el mundo se diversifica con rapidez y no hay lugar para sociedades monoculturales. En consecuencia, todo individuo se enfrenta a un escenario global que expone a la alteridad, sin haber desarrollado herramientas para su inclusión en los espacios identitarios, ya que la certidumbre ganada a partir del sentido de pertenencia a un grupo se ve amenazada con la irrupción de estas alteridades que no se acaban de visualizar y mucho menos comprender: “… la alteridad se muestra una y otra vez bajo máscaras diferentes, produciendo figuras complejas de diversidad y otredad…” (Cejas 18)

La esperanza para desenvolverse en un mundo tan complejo puede encontrarse en el interés por conocer al otro, no desde las certezas propias, sino desde aquello que genere incertidumbres. Alsina hace notar, citando a Gudykunst, que: “Una habilidad que debemos ejercer para controlar nuestra ansiedad es la tolerancia frente a la ambigüedad. Es decir, se ha de ser capaz de ser eficaz precisamente en las situaciones en las que la mayoría de la información que necesitamos, para actuar efectivamente, nos es desconocida.” (en Alsina 59) En otras palabras, para conocer se debe partir del reconocimiento de la propia ignorancia.

Para establecer un proceso comunicativo en la actualidad, se debe aceptar el desconocimiento del otro, lo cual significa la incomprensión de la alteridad; además hay que reconocer que, para el otro, se es igualmente incomprensible. Por lo cual, se tiene que trabajar con la incertidumbre y de ese modo fomentar el interés recíproco por escuchar lo otro y hacerlo comprensible, así como dotarlo de un sentido suficiente para los interlocutores.

Para escucharnos, hemos primero de acercarnos y entender nuestra incomprensión, desde ahí podremos enriquecer una idea, ya no de lo propio y lo ajeno, sino de lo nuestro. Alsina propone, citando a autores como Todorov, Botey y Kymlicka, que la cultura sólo puede evolucionar a partir de los contactos con otras culturas; incluso que la condición intercultural es base fundacional de las culturas. Por lo tanto, debemos descubrir (nosotros) el origen intercultural de todo aquello que nos identifica. (Alsina 19) Lo cual supone un acercamiento al proceso comunicativo como posibilidad para la construcción de un nosotros intercultural, en el que se pueda participar de manera equitativa y complementaria.

 

3. Sobre la condición nosótrica

¿Cuáles son las categorías o los procesos que nos permiten la construcción de un nosotros? Aparentemente las sociedades actuales poseen varios de los elementos desde los que se puede vislumbrar, al menos, esa condición.

Carlos Lenkersdorff propone cuatro componentes básicos que sustentan la condición nosótrica; primero la pluralidad, entendida como la capacidad social que hace posible la participación de los sujetos en condiciones equitativas; por otro lado, habla del antimonismo, es decir, alejarnos de las concepciones universalizantes y totalizantes que caracterizan a las sociedades dominantes; en tercer plano tenemos la diversidad, la existencia dentro de un mismo espacio social de diferentes actores; finalmente la complementariedad, la capacidad de ver cómo cada parte del sistema compone el todo gracias a sus particularidades. (Lenkersdorff 2005 124) Bajo estas premisas es que se estructura el sentido del nosotros; la complejidad de ello no es tanto que estas características no estén presentes en la sociedad actual, sino nuestra capacidad autocrítica para percibirlas y aceptarlas como componentes de la misma.

Uno de los principales procesos que nos permiten hablar del nosotros modifica sustancialmente la idea que tenemos sobre la comunicación; desde la mirada cotidiana, el acto de comunicar tiene que ver con hablar. Lenkersdorf propone invertir nuestra significación de comunicación, podríamos incluso pensar en someter a la deconstrucción derridiana el proceso comunicativo y enfatizar la escucha, no el habla, como elemento fundamental en el acto comunicativo, “… el escuchar otra lengua quiere decir entenderla desde la perspectiva de los hablantes y, a la vez, respetarla en su particularidad.” (Lenkersdorff 2008 17)

La propuesta se inclina a someter nuestro entendimiento de la comunicación como un acto en el que el otro es pieza determinante para la comprensión, parte de quitarle importancia al yo-emisor y aceptar ser un receptor, pero no un receptor pasivo, sino actuante. Escuchar no implica pasividad, conlleva la comprensión, que es una actividad fundamental de la comunicación; desentrañar el sentido, escuchar cómo el otro describe y entiende el mundo, y a partir de esa descripción iniciar la construcción de un nosotros en el que ambos seamos sujetos dialógicos, emisores-receptores. La recepción activa implica una transformación inesperada:

El recibir encierra un secreto: es el otro, son los otros cuyas palabras no las hacemos, no son producto de nuestro actuar, sino que viene de fuera y nos sacan del centro donde nuestro yo prefiere estar para mandar […] Al sacarnos del centro no nos margina ni nos empuja hacia la periferia, sino que se integra nuestro yo en el  nosotros. Formamos una sociedad dialógica. (Lenkersdorff 2008 18)

Nosotros. Por: Daniel Vallejo

Imagen 4. Nosotros. Por: Daniel Vallejo

La construcción del nosotros comienza por identificar el papel preponderante dentro del proceso comunicativo, que históricamente ha sido dado al emisor, para posteriormente reconocer en el receptor la capacidad de acción que le permita desencadenar no un reemplazo en la estructura jerárquica, sino una condición dialógica a partir de la cual el sentido surja no de mí o del otro, pero sí del nosotros.

La condición nosótrica implica un ejercicio de coordinación, en el que nos sabemos participantes del mismo proceso. Al entender nuestra postura dentro del sistema, somos capaces de ejercer diferentes posiciones en él, nos entendemos como emisores-receptores en constante movilidad a fin de mantener el equilibrio comunicativo. No se aspira a ser únicamente uno o el otro, sino que nos movemos de un escenario a otro de manera constante para evitar la totalización de nuestras identidades comunicativas; deconstruimos el proceso de comunicación para significarlo. «Derrida relaciona los principios de la deconstrucción con la crítica al totalitarismo. En primer lugar, es el respeto a la complejidad del otro, el rechazo de simplificaciones y generalizaciones. Ni los textos culturales, ni las personalidades de la cultura son reductibles a las características elementales y unívocas.” (en Bubnova 301)

En la estructura nosótrica el papel que desempeñamos es completamente dinámico, el equilibrio se fundamenta en la capacidad de movimiento que poseen los actores y no en la de anquilosamiento hacia cualquier extremo. Cabe señalar que esta estructura nosótrica en la comunicación no pretende erigirse como escenario de relaciones ideales entre los participantes. “La relación con el otro no es una relación idílica y armoniosa, ni una simpatía por la cual nos pongamos en su lugar; reconocemos al otro como semejante, pero, a la vez, como exterior, como misterio.” (López 278) Pero somos capaces de mirarnos también como misterio a nosotros mismos, partimos de la incomprensión no sólo de aquel extraño, sino de la incomprensión de nuestra propia composición. Y lo que nos permite la mirada nosótrica es esa complementariedad, desde la que se puede mirar la complejidad y las contradicciones que son estructurantes.

La condición nosótrica no implica la supresión del yo o del otro, el nosotros implica la construcción de “… un conjunto organísmico, [que] engendra un sinnúmero de personas de su interior con infinidad de diferencias que se complementan.” (Lenkersdorff 2005 134) Y que sirven para explicar de una forma integral, alejándolo de aquel escenario que teme el humano zombificado de Fernández: “… miedo a que todos seamos infectados, mordidos, por ese tamiz de la igualdad que nos equipare a todos.” (Fernández 29)

Desde una condición nosótrica se pretende la construcción de un escenario social de convergencia, a partir del cual se evite el peligro que el mismo autor advertía: una sociedad intolerante que hace uso de las armas de manera indiscriminada. (Fernández 39) No sólo para acabar con lo extraño, sino que termina con su condición racional y por lo tanto humana.

En este nivel de recorrido se puede preguntar si es posible en una sociedad tan numerosa como esta, el despertar de esa capacidad nosótrica. Asegurar que sí, sería aventurarse en un mar embravecido que seguramente condenaría al naufragio, pero la construcción de escenarios utópicos es lo que permite al ser humano su andar histórico. Se aspira a lograr lo inalcanzable y en esta reflexión únicamente se propone una vía, para por lo menos considerar la existencia de una socialización incluyente, fundamentada en el reconocimiento del papel dialógico y comunicativo que tiene el otro en la construcción de sentido.

Escuchándonos. Por: Daniel Vallejo

Imagen 5. Escuchándonos. Por: Daniel Vallejo

Prepararse para esas visiones conlleva mirar hacia horizontes que hasta ahora no se habían imaginado, el desarrollo de una competencia nosótrica implica: la capacidad humana para reconocer que el mundo en el que se desenvuelve es un escenario lleno de otros que ayudan a definirse, pero a los que no se reconoce ese papel.

El horizonte al que se tuvo que mirar, o mejor dicho escuchar, para considerar la existencia de un nivel nosótrico en la comunicación es el mundo indígena. Tal vez sea momento de atender con mayor detalle ese espacio, no porque sea ideal o porque pueda resolver todos los desencuentros, sino porque la propuesta comunicativa desde la que se construye el mundo indígena implica la capacidad nosótrica. No sólo a nivel de seres humanos, sino incluso a nivel de seres vivos, y hoy en día los conflictos interculturales enfrentados no tienen que ver únicamente con las diferencias a nivel de convivencia social, ya que se está en conflicto con la vida misma y con cada una de sus manifestaciones.

El desarrollo de una condición nosótrica comprende una conciencia integral que permita entender que la comunicación es un proceso complejo que involucra no sólo la dimensión humana, sino acaso la dimensión de lo vivo, la dimensión de lo animado. Esa capacidad se reconoce sobretodo en aquellos pueblos que históricamente fueron considerados como atrasados, subdesarrollados o ignorantes; tal vez hoy se esté preparado para comenzar a escucharlos, para poder escucharnos.

 

Conclusión

El tránsito propuesto en estas páginas lleva a reflexionar sobre la posibilidad de replantear las formas de comunicar y significar las relaciones sociales, partiendo del entendido que lo otro no es resultado de condiciones propias del ser, sino que tiene que ver con la estructura comunicativa legitimada históricamente. Pensar que la comunicación es un acto de emitir y de hablar ha relegado al recibir y escuchar, dotándola de un halo de extrañeza que es necesario reconfigurar.

La alta estima sobre la individualización en las sociedades contemporáneas lleva a entablar relaciones asimétricas y competitivas que implican la supremacía de uno de los participantes y la consiguiente exclusión del otro, misma que en ocasiones lleva a su exterminio. Sin embargo, en el contexto global actual, plantear un tipo de relación distinta es plausible, se puede comenzar reconociendo, al menos, que el otro es una presencia inminente, tanto en el acto comunicativo, como en la conformación identitaria de los seres humanos y sus culturas.

La condición nosótrica es apenas una propuesta desde la cual se podría acercar a esquemas de comunicación y construcción de sentido incluyentes, que permitan por lo menos reconocer que en el nosotros yacen las condiciones que humanizan las sociedades y culturas. Muchas otras propuestas están sobre la mesa y depende de la capacidad para escucharlas, la posibilidad de entablar relaciones en las que se reconozca que el otro somos nosotros.

 

Fuentes de consulta

Alsina, Miquel Rodrigo. “Elementos para una comunicación intercultural”. REVISTA CIDOB d’AFERS INTERNACIONALS 1997: 11-21. Portal de la comunicación. Web. 11-08-2015. <URL>

Bubnova, Tatiana en Esther Cohen (comp.). “Derrida para principiantes”. Aproximaciones. Lecturas de texto 2005: 289-302. Web. 19-10-15.  <URL>

Cejas, Monica Inés (coord). Leer y pensar el racismo. México: Universidad de Guadalajara. Petra ediciones, 2004. Impreso.

Guglielmi, Flavio Iván. “Construcción de la otredad en la filosofía contemporánea. Rastreo de sus orígenes en Karl Marx y Friedrich Nietzsche”.Comunicaciones científicas y tecnológicas, Universidad Nacional del Nordeste, 2006. Web 18-10-15. <URL>

Fernández Gonzalo, Jorge. Filosofía zombi. Barcelona: editorial Anagrama. 2011. Impreso

Lenkersdorff, Carlos. Aprender a Escuchar. México: Plaza y Valdés  Editores. 2008. Impreso

Lenkersdorff, Carlos. Filosofar en clave tojolabal. México: Ed. Miguel Ángel Porrúa. 2005. Impreso.

López, Ma. Carmen. “El otro en la filosofía de Lévinas”. Investigaciones fenomenológicas: Anuario de la sociedad española de Fenomenología 2001: 265-282.  Revistas UNED.. Web. 19-10-15. <ULR>

 

Resumen Curricular

Carlos Edwin Morón García

ajkoli@yahoo.com.mx

Estudios

Estudiante de la maestría en Comunicación y Estudios de la Cultura en ICONOS, Instituto de Investigación en Comunicación y Cultura, y licenciado en Comunicación por la Universidad Autónoma del Estado de México.

Experiencia laboral

Profesor de tiempo completo en la Universidad Intercultural del Estado de México, a cargo de diferentes materias en áreas de estudio, como comunicación intercultural, producción audiovisual, cultura y comunicación, entre otras.

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